Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos hemos sentido una profunda fascinación por las historias. Mucho antes de la invención de la escritura, la tradición oral era el principal medio para transmitir conocimiento, valores y cultura. Los chamanes en las tribus, los bardos celtas o los aedos en la Antigua Grecia relataban historias que no solo entretenían, sino que enseñaban y fortalecían el sentido de comunidad. Más tarde, en la Edad Media, los juglares recorrían aldeas y ciudades narrando epopeyas y crónicas junto a los mercados o castillos, reforzando vínculos sociales.

Hoy en día, aunque el formato haya evolucionado, nuestra necesidad de consumir historias sigue tan viva como siempre. Nos sumergimos en series que nos atrapan, leemos libros que nos transportan a otros mundos y vemos películas que nos emocionan una y otra vez.

¿Por qué son importantes las historias en marketing?

Porque las historias son una forma natural de comprender el mundo. A través de lo que se conoce como transportación narrativa, nos sumergen mental y emocionalmente en la situación que se está contando. Esto no solo capta nuestra atención, sino que facilita enormemente compartir ideas, transmitir valores y despertar emociones.

Este poder emocional no ha pasado desapercibido para las marcas. En el mundo del cine encontramos uno de los ejemplos más evidentes de cómo las marcas se integran en las historias para conectar con el público: en las películas de James Bond, es común que en momentos clave se muestre con intención el reloj del protagonista, casi siempre un Omega. No es casualidad ni una simple decisión estética del director; es una estrategia cuidadosamente diseñada para asociar el producto a los valores de elegancia, precisión y sofisticación que representa el icónico agente 007. Así, cuando el espectador sale del cine imaginando cómo sería encarnar ese estilo de vida, la marca ya ha activado en su mente el deseo.

product placement james bond

Esto es product placement: integrar productos dentro de una narrativa de forma que se asocien emocionalmente a las aspiraciones del público. Pero no es la única estrategia que tienen las marcas para aprovechar el poder del storytelling.

Hoy en día, las empresas más exitosas no solo «aparecen» en historias ajenas, sino que crean sus propias historias. Diseñan relatos protagonizados por personajes o situaciones que reflejan sus valores y el impacto que quieren tener en la vida de sus clientes.

Las personas no se vinculan emocionalmente con productos, sino con lo que esos productos significan en sus vidas. Compramos no tanto por lo que algo es, sino por lo que representa: una emoción, una aspiración, un reflejo de quiénes somos o de quiénes queremos ser. Las marcas que comprenden esto no se limitan a vender productos; construyen relatos en los que sus clientes pueden reconocerse y proyectarse.

Piénsalo así: nadie entra a una ferretería entusiasmado por comprar una broca de 0,5 mm. Lo que realmente busca es hacer un agujero. Pero incluso eso es solo un medio: el propósito final puede ser colgar un cuadro. Y ese cuadro, quizás, sea una foto familiar de aquel verano en la playa, un recuerdo cargado de afecto y felicidad. Eso es lo que realmente quiere la persona: revivir esa emoción cada vez que entra en la habitación. La broca, el agujero, la pared… son solo el camino.

Las personas no compran brocas sino decoracion

El buen marketing no vende características técnicas. Vende emociones, sueños y aspiraciones.

Por eso, las marcas que trabajan bien el storytelling de marca se centran en cómo sus productos ayudan a conseguir objetivos vitales, no en describir sus especificaciones. No es “qué dura es tu broca”, es “cómo consigues mantener vivos los recuerdos más felices de tu vida”.

Este enfoque lo han entendido a la perfección marcas como:
Nike, que no vende ropa deportiva, sino la idea de superación personal.
Apple, que no vende tecnología, sino creatividad, innovación y un estilo de vida único.
Coca-Cola, que no vende refrescos, sino momentos de felicidad compartidos.

Todas ellas utilizan el storytelling en marketing para construir marcas sólidas, emocionales y duraderas.

Gran ejemplo de storytelling de marca.

Para terminar, quiero compartir uno de mis ejemplos favoritos de storytelling de marca: la campaña de Estrella Damm titulada «Vale», dirigida por Alejandro Amenábar. Se trata de un cortometraje de más de 12 minutos que, lejos de ser un simple anuncio, construye una historia que huele a verano, sabe a mar, y transmite valores como la amistad, el amor y la autenticidad. La cerveza está presente, sí, pero es secundaria: lo que permanece en la memoria es la emoción. Es uno de esos casos donde la narrativa transforma por completo la percepción de una marca. A mí, personalmente, me encanta. Y si gracias a este post al menos una persona que no lo conocía se anima a verlo, ya habrá merecido totalmente la pena escribirlo.

 

Te invito a verlo y a dejar en los comentarios qué sensaciones te provoca esta historia y qué opinas del poder del storytelling en el marketing de hoy. ¡Nos encantará saber tu opinión!

Elías Vega